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agosto 01, 2025 7 lectura mínima
TABLA DE CONTENIDO
Los macronutrientes son elementos esenciales que las plantas necesitan en grandes cantidades para su crecimiento, desarrollo y reproducción. Su disponibilidad en el suelo es un factor determinante para la salud del cultivo y la fertilidad del terreno.
El nitrógeno es el nutriente que más a menudo limita el crecimiento de las plantas. Su ciclo en el suelo es complejo y dinámico:
Ciclo del Nitrógeno: El nitrógeno atmosférico (N2) es inerte para la mayoría de las plantas. La fijación biológica de nitrógeno, realizada por bacterias (como Rhizobium en las leguminosas), convierte el N2 en amonio (NH4+), una forma utilizable.
Nitrificación: Bacterias específicas convierten el amonio (NH4+) en nitratos (NO3−). El nitrato es la forma más común en que las plantas absorben nitrógeno, pero también es muy soluble y propenso a la lixiviación (arrastre por el agua de lluvia).
Mineralización: La materia orgánica del suelo se descompone, liberando nitrógeno en formas que las plantas pueden absorber.
Manejo en el Suelo: La gestión del nitrógeno es crucial. El exceso puede contaminar el agua subterránea, mientras que la deficiencia reduce drásticamente el rendimiento. Se pueden usar fertilizantes sintéticos (como la urea), compost, estiércol o la siembra de cultivos de cobertura para mantener un equilibrio.
El fósforo es fundamental para la transferencia de energía y el desarrollo de raíces y flores. A diferencia del nitrógeno, su movilidad en el suelo es muy baja.
Disponibilidad: La mayor parte del fósforo en el suelo se encuentra en formas insolubles que las plantas no pueden absorber. La disponibilidad de fósforo está fuertemente influenciada por el pH del suelo. En suelos ácidos, el fósforo se une con el hierro y el aluminio, mientras que en suelos alcalinos se une con el calcio. En ambos casos, queda "fijado" e inaccesible para las plantas.
Manejo en el Suelo: Para mejorar la disponibilidad de fósforo, es esencial mantener el pH del suelo en el rango óptimo (entre 6.0 y 7.0). El uso de fertilizantes con fósforo se suele hacer antes de la siembra, colocándolos cerca de la zona radicular para que las raíces puedan acceder a ellos antes de que se fijen.
El potasio es esencial para la regulación hídrica de la planta, el transporte de azúcares y la activación de enzimas. A diferencia del nitrógeno y el fósforo, el potasio no forma parte de las moléculas orgánicas clave de la planta, pero es vital para su funcionamiento
Movilidad: El potasio es relativamente móvil en la planta, lo que significa que los síntomas de deficiencia (bordes de las hojas amarillos o marrones) aparecen primero en las hojas más viejas, ya que la planta transporta el potasio a las partes más jóvenes.
Manejo en el Suelo: El potasio suele estar disponible en el suelo, pero su deficiencia puede ocurrir en suelos arenosos, donde se lixivia fácilmente, o en suelos con arcilla que lo retienen fuertemente. La aplicación de fertilizantes de potasio o la adición de materia orgánica puede mejorar su disponibilidad.
El calcio es un componente estructural de las paredes celulares, lo que le da rigidez a la planta. También es crucial para el crecimiento de las raíces y la división celular.
Relación con el pH: El calcio es el principal componente de la cal agrícola, que se utiliza para elevar el pH del suelo. Al aplicar cal, no solo se corrige la acidez, sino que se suministra un nutriente esencial.
Deficiencia: La deficiencia de calcio es rara en el suelo, pero cuando ocurre, afecta los tejidos jóvenes, causando deformaciones en hojas, puntas de raíces atrofiadas y enfermedades como la pudrición apical en tomates y pimientos.
El magnesio es el átomo central de la molécula de clorofila, por lo que su deficiencia tiene un impacto directo en la capacidad de la planta para realizar la fotosíntesis.
Deficiencia: La deficiencia de magnesio se manifiesta como clorosis intervenal, donde las venas de las hojas permanecen verdes, pero el tejido entre ellas se vuelve amarillo. Afecta primero a las hojas más viejas.
El azufre es esencial para la formación de proteínas, vitaminas y enzimas. También contribuye al olor característico de plantas como el ajo y la cebolla.
Disponibilidad: A diferencia del nitrógeno, el azufre se retiene mejor en el suelo. Sin embargo, su deficiencia es cada vez más común debido a la reducción de las emisiones de dióxido de azufre (SO2) en la atmósfera. Los agricultores ahora deben considerar la fertilización con azufre.
La presencia y disponibilidad de estos nutrientes en el suelo están influenciadas por varios factores:
Suministro y Absorción: Las plantas absorben estos nutrientes del suelo a través de sus raíces. Sin embargo, solo una pequeña porción de cada nutriente en el suelo se encuentra disponible para la planta; el resto está asociado a la fracción mineral y orgánica del suelo.
pH del suelo: El rango de pH del suelo es el factor más influyente en la disponibilidad de los nutrientes. Si el pH es muy alto o muy bajo, los nutrientes pueden estar presentes físicamente, pero no en una forma que la planta pueda absorber. Para la mayoría de los cultivos, un rango de pH entre 6.3 y 6.8 se considera óptimo.
Materia orgánica: La materia orgánica es una fuente crucial de nutrientes. Su descomposición, llevada a cabo por microorganismos del suelo, libera macronutrientes de forma gradual. Además, mejora la estructura del suelo y su capacidad para retener agua y nutrientes.
Humedad y aireación: Las raíces de las plantas necesitan agua para absorber los nutrientes, pero también requieren oxígeno para desarrollarse. Un suelo con buena aireación y un nivel de humedad adecuado promueve la actividad microbiana y la absorción de nutrientes.
Actividad microbiana: Los microorganismos del suelo, como las bacterias y los hongos, desempeñan un papel fundamental en el ciclo de nutrientes. Descomponen la materia orgánica, fijan el nitrógeno del aire y colaboran en la liberación de otros nutrientes para las plantas.
La fertilidad del suelo se define como su capacidad para suministrar los nutrientes esenciales, agua y soporte a las plantas. La presencia de macronutrientes en cantidades adecuadas es un pilar fundamental de esta fertilidad.
Extracción de nutrientes: Con cada cosecha, los cultivos extraen nutrientes del suelo. Si no se reponen, la productividad del suelo disminuye a largo plazo.
Reposición y fertilización: Para mantener la fertilidad del suelo, es esencial reponer los nutrientes extraídos. Esto se puede lograr a través de:
Fertilizantes orgánicos: Como compost o estiércol, que no solo aportan nutrientes, sino que también mejoran la estructura del suelo y promueven la vida microbiana.
Fertilizantes minerales: Aportan nutrientes en cantidades precisas y predecibles.
Prácticas agrícolas: La rotación de cultivos (especialmente con leguminosas que fijan nitrógeno), los cultivos de cobertura y la labranza de conservación son estrategias que ayudan a mantener y mejorar la fertilidad del suelo y la disponibilidad de macronutrientes.
Tanto la deficiencia como el exceso de macronutrientes pueden causar problemas:
Deficiencia: Puede manifestarse como un crecimiento atrofiado, hojas amarillentas o púrpuras, menor rendimiento y mayor susceptibilidad a plagas y enfermedades.
Exceso (sobre-fertilización): Puede generar toxicidad en las plantas, afectar negativamente la actividad biológica del suelo y, en casos graves, contaminar fuentes de agua (eutrofización) con consecuencias ambientales negativas.
Una extensión clave de este tema es la Ley del Mínimo de Liebig. Esta ley establece que el crecimiento de una planta está limitado no por la cantidad total de recursos disponibles, sino por el nutriente que se encuentra en la menor cantidad en relación con las necesidades de la planta. Si el fósforo es deficiente, por ejemplo, aunque el nitrógeno y el potasio sean abundantes, el crecimiento de la planta será limitado por la falta de fósforo.
Aplicación Práctica: Esta ley subraya la importancia de realizar análisis de suelo. Un análisis permite identificar qué nutrientes están en cantidades insuficientes y ajustar la fertilización de manera precisa para evitar deficiencias, excesos y pérdidas económicas y ambientales. La gestión moderna de la fertilidad del suelo se basa en equilibrar todos los nutrientes, no solo los más comunes.
Los macronutrientes son elementos esenciales que las plantas necesitan en grandes cantidades para su crecimiento y desarrollo. Los tres macronutrientes primarios, considerados los más importantes debido a la alta cantidad que las plantas los requieren, son: nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K).
El pH del suelo es el factor más crucial que influye en la disponibilidad de los macronutrientes. Cada nutriente tiene un rango de pH óptimo en el que es más soluble y, por lo tanto, más accesible para las plantas. Si el suelo es demasiado ácido (pH bajo) o alcalino (pH alto), los nutrientes pueden estar presentes físicamente, pero en formas que las plantas no pueden absorber.
El nitrógeno es el "motor del crecimiento" de la planta. Es un componente fundamental de la clorofila, proteínas y ácidos nucleicos, por lo que es esencial para el desarrollo de hojas y tallos. En el suelo, se gestiona a través de la fijación de nitrógeno (por bacterias), la descomposición de la materia orgánica y la aplicación de fertilizantes
La Ley del Mínimo de Liebig establece que el crecimiento de una planta está limitado por el nutriente que se encuentra en menor cantidad en relación con sus necesidades
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